sábado, 9 de julio de 2011

Logroño

Cuando planifiqué las etapas del Camino de Santiago que iba a hacer como peregrina, la idea fue llegar a Logroño caminando, pero no pudo ser  así.

De modo que lo hice trepada a un autobús, pero igual muy feliz.


Paseo del Espolón

Me duró poco la alegría de la llegada, enseguida me di cuenta que era una ciudad muy grande para descansar, como lo necesitaba.

De modo que pedí información en la Oficina de Turismo, di un par de vueltas, compré algunos botones, y partí a mi siguiente destino, también en autobús, y con mucho calor.

Pero antes me di unas vueltas por las calles del Casco Antiguo, y me dejé tentar por unas tapas que me ofrecieron en un bar muy lindo, atendido por un chico peruano.



Aquí probé el primer vino riojano: un "tempranillo", que se vende al "copeo".










El Menú incluía otro plato
que no conocía: los "rotos"




Hice algunas preguntas básicas,
y me pedí uno.

Se trata de un bollo de pan tierno y caliente (no tostado), relleno con huevos revueltos y patatas fritas. Luego dejan la opción de un tercer ingrediente, yo elegí "setas", los hongos que comemos por la Patagonia.
Me encantó el plato, y espero poder prepararlo a la vuelta.





Si bien me encantó el lugar, la gente y la comida, todavía me resulta un poco incómodo comer del modo en que aquí se hace: parados,  usando un tonel o una pequeña mesa para apoyar la comida y la bebida. En este bar al menos había unos asientos, pero no siempre los hay.


Entiendo que tanto las tapas como los rotos son como las pizzas para nosotros: un plato rápido, económico, como para comer  y seguir viaje.

Y como "Pájaro que comió, voló ", me tomé un autobús que luego de una hora con aire acondicionado, me dejaría en Briones, todavía en la provincia de La Rioja.

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